Marca comercial "Las Deliciosas"

Detalles Bibliográficos
Identificador:MA_CE_00151
Denominación principal:Marca comercial "Las Deliciosas"
Clasificación genérica:Industria conservera. Promoción y publicidad. Diseño y Artes gráficas
Técnica:impresion
Material:papel;tinta
Dimensiones:
  • ancho: 9,7 cm;
  • alto: 14,7 cm;
  • profundidad: 11 cm;
Fecha de creación:1931
Origen o lugar:Vigo
Autor principal: Comercial Vigo S.A.
Descripción
Descripción: La pieza se compone de un tarjetón, al que está adherida en el anverso, la imagen de la marca "Las Deliciosas". En el reverso, aparecen recogidas las diferentes fechas de presentación, de la marca del producto, así como la concesión y publicación de las mismas.
Uso o finalidad:La función de los registros de marcas no era otro que asegurarse la independencia de la producción bajo un nombre concreto, evitando la competencia con otras empresas
Historia del objeto:Manuel María Alonso Castro, nacido en Bayona en 1816, y casado con Fermina Santodomingo Rocha, era en los años 1870, uno de los fabricantes de escabeche que operaban en los barrios vigueses de Bouzas, Guixar y el Arenal, al lado de Marcelino, y de Benigno Barreras, o de los alicantinos Lloret Galiana. Hacia 1877, su hijo Rodolfo, se había incorporado ya a la gestión del negocio (escabeche) y, a la vista de que otros industriales locales, estaban ampliando sus exportaciones de sardina salada a Italia y Francia, instaría a su padre a entrar también a trabajar este producto, comprando a Hipólito Llorente, el edificio de una fábrica de salazón que éste poseía en el Arenal. Una de las primeras iniciativas de Rodolfo, que a la muerte de su padre tenía 29 años, fue la de seguir el ejemplo de su convecino Benigno Barreras, que acababa de establecer una pequeña fábrica de conservas herméticas de pescado en la ciudad. La situó en el Arenal, en el local donde hasta aquel entonces la empresa familiar se dedicaba a la salazón de la sardina, y comenzó a trabajar en ella en 1883, el mismo año que lo hizo otra de las precursoras del sector, la que establecieron en Bueu los hermanos Massó. Rodolfo Alonso Santodomingo, se consolidaría pronto como el verdadero continuador de los negocios de su padre, de forma que en 1895, Rodolfo era ya el único propietario de la fábrica de salazón de Guixar, y de la de conservas del Arenal. Había decidido ya ampliar el negocio, asociándose con Mamerto Ferrer Romaní, otro de los pioneros de la conserva en Galicia, que tenía ya una fábrica en Porto do Son. A este efecto forma con él, una sociedad en 1887, para explotar la fábrica de salazón y escabeche de Guixar, que había heredado de su padre y para establecer una nueva de conservas en Bueu, tomando en alquiler la antigua salazonera de la que Narciso Galup, disponía en la villa del Morrazo. Rodolfo desarrolla, una extensa labor empresarial, dentro del sector marítimo. Será él, quien se ocupe directamente de la gestión, tanto de la fábrica de conservas del Arenal como de la de Bueu; se convertirá en armador de vapores de pesca y, tras su boda con Concordia Lamberti de Haz, pasará a ser también desde 1895, al lado de su concuñado Justo Alonso Piñeiro, el encargado de los negocios de su suegro. Este último, el comerciante e industrial italiano Leopoldo Lamberti Proglio, había establecido a comienzos de los años noventa una fábricas de conservas en la ría de Aldán (Ayuntamiento de Cangas), de forma que con esta última, eran ya tres las fábricas de este tipo, que quedaban bajo la dirección de Rodolfo. En 1899, deciden los socios disolver Alonso, Ferrer y compañía, que se había convertido en una importante exportadora de conservas, a Cuba y Filipinas, lo que daría lugar a un largo proceso de liquidación, que no terminaría hasta 1908, y que Rodolfo no llegaría a ver, pues fallecería en 1902, poco antes de cumplir los cincuenta años. Ferrer, quedaría con el activo líquido, pagando 13.000 reales a los herederos de Rodolfo, que quedan en todo caso, con la fábrica de conservas del Arenal y con la de salazón y escabeche de Guixar. A la muerte de Rodolfo Alonso Santodomingo, sus hijos eran todavía menores de edad, y su viuda opta por arrendar las fábricas del Arenal y de Guixar, esta última a una nueva sociedad conservera, Tizón y González, por un plazo de seis años. Rodolfo Alonso Lamberti, el tercero de los hijos de Rodolfo y Fermina, nacido en 1893, marcharía muy joven a Inglaterra, y lo encontramos en 1908 en Liverpool con solo 16 años, no solo formándose en la práctica mercantil y en el idioma del país, sino también dedicándose a la comercialización de conservas y otros productos españoles. Rodolfo Alonso Lamberti, había contraído matrimonio con Carmen Prieto, hija de un importante propietario local, Eligio Prieto Iglesias, del que recibiría un importante apoyo para dar un mayor impulso a sus negocios. De esta forma, y sin la compañía de sus hermanos, iniciaría en 1921, una nueva aventura empresarial con la constitución de la firma Rodolfo Alonso Lamberti, a la que aportaría la fábrica de conservas de la punta de Santa Tecla, y el aserradero del Arenal “situado a espaldas del Banco de España”. El tropiezo en la fábrica de Guixar, no amilanaría al emprendedor vigués que rápidamente reemprende su camino como industrial, con el apoyo de su amigo Andrés Fernández Taboas. Andrés, que tras la quiebra había comprado las marcas, y diversos activos relacionados con la fábrica de conservas, que había pertenecido a su socio, le ofrece la posibilidad de continuar con el establecimiento de Guixar, a través de la constitución de una nueva sociedad. La mayor parte de la propiedad, sería ahora de Andrés y de su hijo Andrés Fernández Valenzuela, pero Rodolfo tendría también una pequeña participación, y ocuparía el puesto de gerente. La nueva empresa pasaría a denominarse Comercial Vigo, se constituía en 1933, y ocuparía las instalaciones de Santa Tecla, que antes habían pertenecido al industrial quebrado. Comercial Vigo, produce fundamentalmente durante la Guerra Civil, sardina en aceite y castañeta troceada en grandes botes, productos de los que realiza importantes exportaciones a Alemania, que le permiten obtener como compensación, amplias partidas de hojalata, con las que no solo satisfacer el consumo propio, sino también vender a otros industriales del sector que la necesitan. En todo caso, es probable que lo más importante, desde el punto de vista de su trascendencia posterior, que le ocurrió a Rodolfo Alonso Lamberti durante la Guerra, fue el comienzo de sus contactos en Canarias, que condicionaría en las décadas siguientes, el porvenir de sus negocios e incluso el familiar. A comienzos de los cuarenta, Rodolfo Alonso Lamberti era el gerente de Comercial Vigo, pero un muy minoritario accionista. Pero sus negocios de la Guerra y de Canarias, le permitirían pronto volver a disponer de recursos para entrar en otras iniciativas viguesas, ahora ya en una posición más desahogada. Hacia 1945, al final de Segunda Gran Guerra, Comercial Vigo, contaba con una capacidad de producción anual de 4.980 toneladas, con un capital de 2 millones de pesetas y con una plantilla de 182 trabajadores. Dentro de las conserveras gallegas, era una de las de tamaño intermedio. Muy lejos de Massó, de Curbera o de Hijos de Carlos Albo, pero en todo caso, dentro del primer tercio de las empresas del sector. Rofolfo Alonso Lamberti, falleció en 1957, a la edad de 67 años, dejando como sucesores a su viuda, Carmen Prieto Moresi, y a sus hijos Rodolfo, Gonzalo, Carlos y Jaime Alonso Lamberti Prieto. Jaime, se implicó en la gestión de la empresa familiar y se ocupó de la fábrica viguesa, donde tuvo siempre su domicilio tras casarse con Marta Casuso, miembro de una familia fuertemente relacionada, con la viguesa fábrica de envases y litografiado La Metalúrgica. Jaime Alonso-Lamberti Prieto se convertiría en director gerente de Comercial Vigo, y a sus instalaciones de Guixar, acudiría diariamente a partir de entonces. Por los años sesenta, la fábrica producía sobre todo chicharro en escabeche, la tradicional castañeta, especialidad de la casa, aguja, sardinas y otros productos en cantidades inferiores. En general se trataba de productos adquiridos en la Lonja local. La anchoa, representaba también una parte importante del trabajo, y, una vez puesta a macerar, se fileteaba y envasaba en los tiempos muertos de las otras costeras. Comercial Vigo era, en los años sesenta, una empresa más orientada a la exportación, que la media del sector, siempre situada entre los puestos diez y quince, por encima de lo que le correspondería en función de otros criterios. Comercial Vigo vendía por aquel entonces en Inglaterra, latones grandes de bonito. Durante los años ochenta, las exigencias de volumen y precio de los grandes compradores del extranjero, fueron dejando de estar al alcance de Comercial Vigo, de forma que la empresa, va centrándose progresivamente en el mercado interior. Jaime Alonso-Lamberti Prieto, tendría una destacada participación en algunas de las iniciativas que se desarrollan en Vigo, a comienzos de los sesenta, para dotar al sector de servicios, como almacenes frigoríficos o aprovechamiento de los residuos. Fue así uno de los impulsores de Auxiliar Conservera (Aucosa), creada en 1959, y posteriormente de Frioya. Comercial Vigo, fue una de las empresas que optaron en los años setenta y ochenta, por continuar elaborando, en pequeña escala sin realizar grandes inversiones, en modernizar sus instalaciones, y manteniendo un trabajo de carácter artesanal. Pero los precios de las materias primas locales, se habían disparado, lo mismo que los salarios, y esto se traducía en un producto caro. Cuentan algunos de los más allegados a Jaime Alonso-Lamberti, que este continuaba convencido de que hacían un buen producto, por lo que no había motivo para cambiar. La fábrica se había quedado, en todo caso, obsoleta, y la sucesión familiar en ella ofrecía escasas perspectivas, puesto que ninguno de los hijos tenía en su agenda hacerse cargo de la fábrica. La fábrica, finalmente, cerraría sus puertas en el año 2001, aunque continuaría como almacén de los productos terminados, durante tres años.